Un hábito que fuimos adquiriendo en los últimos meses fue el de suscribirnos en distintos blogs y sitios web de cocina, esperando recibir por mail un montón de recetas con las que no sólo salivamos como locos a cualquier hora del día, sino que también usamos de inspiración para reproducir y compartir con ustedes. Así, cada mañana nos zambullimos en un mar de imágenes deliciosas e ingredientes exóticos que se disputan no sólo nuestra atención, sino también nuestro presupuesto y nuestro tiempo tan valioso, especialmente ahora que “bebito a bordo”. Como se imaginarán, la logística de cocinar y sacar fotos ya no resulta tan sencilla como antes con un infante correteando por la casa, por lo que hacemos buen uso de la familia de turno para que nos hagan la segunda mientras nosotros nos encerramos en la cocina a hacer esto que tanto nos gusta.
Fue en uno de esos muchos mails donde encontramos esta receta, que nos pareció una buena forma de elevar al archi-recontra-conocido-por-todos bizcochuelo de limón al siguiente nivel: un poquito de polenta por aquí, un puñadito de lavanda por allá y zácate! Le dimos una vuelta de tuerca a este clásico de clásicos.
No sé si habrá gente más acostumbrada a esto, pero para nosotros haber agregado polenta en una preparación dulce fue toda una novedad. Al respecto, fueron varios los efectos alcanzados: la textura de la torta se volvió mucho más interesante (casi granulada), la consistencia fue mucho más húmeda y tendía a disolverse en la boca (a diferencia de un bizcochuelo común y silvestre que resulta mucho más “paposo”), y el color que obtuvimos fue un amarillo furioso que nos pareció divino para las fotos. Un win-win-win.
En cuanto a la adición de la lavanda, sabemos que nos estamos extralimitando y por eso queremos dejarles una aclaración, especialmente para aquellos más conservadores que no se le animen: Confíen, oh queridos lectores, que el sabor a lavanda es sólo un toque sutil tras bambalinas y que, combinado con la frescura del limón, hace de esta torta una fragante sorpresa para el paladar. De todas formas, sepan que hay una variante para la lavanda que también matchea perfecto con el limón y es el romero. Pero esa sería otra historia, porque acá somos gente con cojones que nos animamos a meterle potpurrí a las tortas, qué tanto!
Torta de Polenta con Limón y Lavanda
Lemon Lavender Polenta Cake
Ingredientes
(en la receta dice que salen 8 porciones, pero nosotros sacamos unas cuantas más!)
Para la torta
- 200gr de manteca a temperatura ambiente, y un poquito más para enmantecar el molde
- 170gr de azúcar
- 100gr de harina
- 200gr de polenta
- 1 y 1/2 cucharaditas de polvo para hornear
- 3 huevos
- Rayadura de 2 limones
- Jugo de 1 limón
- 1 cucharadita de lavanda seca
- Azúcar impalpable, para decorar
Para el almíbar
- Jugo de 2 limones
- 125gr de azúcar
Preparación
Empezamos precalentando el horno a 180ºC (horno medio). Acto seguido, enmantecamos bien (base y laterales hasta arriba) un molde de torta desmontable de 23 centimetros (puede ser un poco más chico también).
Batimos la manteca y el azúcar hasta lograr una mezcla pálida y suave.
En un bowl aparte, mezclamos la harina, la polenta y el polvo para hornear.
Vamos a ir incorporando de a poco los ingredientes “secos” en nuestra mezcla de azúcar y manteca, siempre seguido de un huevo. Sería un poquito de los secos y un huevo (mezclamos), otro poquito de los secos y otro huevo (mezclamos), y así sucesivamente hasta integrar todo. Finalmente, agregamos la rayadura y el jugo de limón y la lavanda (nosotros la pasamos primero por un morterito, para que quede más chiquita).
Volcamos la mezcla en el molde que ya tenemos enmantecado y horneamos durante 40 minutos, o hasta que pinchemos el centro de la torta con un cuchillo y salga sequito. Retiramos del horno y dejamos que se enfríe, siempre en su molde.
Mientras tanto, vamos a preparar el almíbar, hirviendo juntos el jugo de limón con el azucar en una sartén pequeña.
Una vez que el azúcar se disolvió, lo dejamos un minuto más y retiramos del fuego.
Pinchamos la parte superior de nuestra torta con un tenedor (con cuidado de no romperla mucho, es delicada!) y vertemos el almíbar todavía caliente por sobre la torta. Antes de servir, tamizamos el azúcar impalpable por encima.
Fuente
Nos inspiramos en una receta de Chrissie que podrán encontrar en su blog Awaken Your Senses y en Food52.
De fondo
Morning Phase, de Beck.
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